Por Aurora Moreno Heredia
Consultor de Global Practice México
En una empresa, definir qué se hace es esencial. El cómo, quién, cuándo y cuál es el entregable son pasos esenciales para su éxito, ya que define los tramos de responsabilidad de cada persona y proporciona más claridad de cómo agregar valor en su puesto, así como el análisis de los riesgos que pueden intervenir en su operación, afectando el cumplimiento de los objetivos del negocio, como lo hemos visto en la actualidad con el desarrollo de la pandemia por Covid-19 y la entrada a la nueva normalidad.
Esto se logra a través de la integración de un sistema de control interno en el que se definan las políticas, procedimientos, descripciones de puesto e indicadores de desempeño, contemplando los riesgos a los que se encuentra expuesta nuestra actividad, y así generar una adecuada administración y optimización de los recursos de la empresa; a fin de prevenir riesgos que impidan el cumplimiento de los objetivos y estrategias, y en cambio apoyen el desarrollo de los mismos.
La gestión de riesgos es una manera de aplicar soluciones alternativas cuando se hay obstáculos en nuevos proyectos. En dichos casos se debe determinar qué sí y qué no funciona, y probar y refinar cada posible escenario. Asimismo, es fundamental identificar todas las amenazas para la empresa, por tal manera es relevante contar con los controles internos que proporcionen confianza con respecto al logro de los objetivos estratégicos, operativos, de información financiera y el cumplimiento de las leyes y regulaciones aplicables a la empresa.
La implementación de control interno y la gestión de riesgos son esenciales para la profesionalización de la empresa y para la toma de decisiones oportuna en el cumplimiento de objetivos.
A pesar de esto, hemos visto que muchos empresarios y emprendedores inician operaciones sin un entendimiento claro de la importancia y funcionalidad que tie
ne en su operación un sistema de control interno eficaz y eficiente, en el que se desarrollen registros que ayuden a gestionar cualquier riesgo en la operación y ayuden a ser ágiles en la respuesta a clientes internos y externos.
Establecer el control interno en la empresa nos ayuda a estandarizar y replicar la operación, identificar los objetivos de medición en cada proceso y puesto (así como dejar la dependencia en personas y puestos, y centrarnos en procesos), generar mecanismos de monitoreo constante para la validación de cumplimiento de objetivos, así como en proveer confiabilidad en la información generada.
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